Cuentan de un par de amantes, que se habían refugiado en un bunker, por ellos construido, en un pequeño rincón de Alaska. Se creían este par que de ese modo algún día, cuando viniera un ataque nuclear se encontrarían a salvo.
Los días transcurrían tranquilos en su refugio, eran días muy largos en el verano y cortísimos en el invierno, y sin embargo parecían ajenos a las circunstancias climáticas externas, pues era tal y tan constante, el calor que encendía sus almas, y sus cuerpos, que nada los tocaba, nada que no fueran el uno al otro.
Algunas veces, porque eran humanos claro, alguno de los dos deseaba salir un poco, salirse de todo un poco, y entretanto el otro esperaba, paciente y amorosamente en el refugio, con una taza de té caliente y las sabanas limpias y tibias.
La gente que sabía de estos amantes, que era poca, no se explicaba de qué manera lograban soportar vivir tan aisladamente y aún así lograr mantener la armonía. Un día el estaba en uno de esos días de duda, de querer escapar ( pero sólo un poco ) y se alejó del refugio por unos días. La gente que se enteró murmuraba, decían que esta vez sería definitivo, que jamás volvería. Entonces, alguien que se cruzó con el se atrevió a preguntarle:
Es verdad que esta vez no regresará?
El, con asombro por verse abordado por un desconocido, no dijo nada. Se empezó a alejar mientras le miraba fijamente a la vez que de su bolsillo sacaba un objeto que aquel que preguntaba no alcanzaba a ver claramente… y de repente le dijo: Claro que regresaré! Regresaré por esto (mientras le mostraba al extraño una cajita de madera con un lazo amarillo) y se alejó raudamente.
El extraño nunca logró comprender a que se refería el amante, ni a imaginar que sería lo que el amante llevaba en su caja con lazo amarillo.
Cuentan de un par de amantes, que se habían refugiado en un bunker, por ellos construido, en un pequeño rincón de Alaska… .El ataque nuclear sobrevino y ellos no sobrevivieron, pero se encontraron en su refugio cientos de cajitas de madera con lazos amarillos.
Dicen, los que otrora se hacían preguntas sobre como se soportaban, que en una de las cajitas encontraron una nota:
Querida Amante: Guardo en estas cajitas atadas con lazos amarillos, como tú lo haces, los recuerdos de las cosas bellas que vivimos juntos, para que cuando yo amanezca - o tú- , en esos días de querer huir, me baste con abrir una, o dos, de ellas para recordar que estoy a tu lado por lo bueno que nos damos, que lo malo un día se lo llevará el ataque nuclear.
7 comentarios:
Jo que frío en Alaska (y Dinarama jajaja)... bueno aunque a ellos parece que no les importa, por lo que se lee tenían el calor a tope.
Besos.
Tako: Si tanto calor fuera mio tampoco me importaría ni Alaska, ni Dinarama
:-)
uff me has dejado un malrollito...
Pero bueno, al menos estaban juntos que es lo que en realidad todos queremos ¿no?
Un saludo
No importa donde, ni en que circunstancia se esté, lo importante es estar a gusto con uno mismo, y con la persona que nos acompaña.
No importan cuantas veces partas, lo importante es saber que nunca le he querido atar a mi lado, y que regresa porque desea estar junto a mi.
No importa como es, sóloq ue sea perfecto.
No importa que me ponga cursi.
Un beso
Elivra: Que bueno leerte por primera vez aquí. Pásate cuando quieras ya te visitaré yo también.
No sé muy bien cómo vine a parar aquí. De link a link y ¡zás!
Pero lo que veo me gusta. Bonita historia!
Abir: Seguramente ha sido por X07wave que lo he visto en tus links. gracias por pasar :-)
Publicar un comentario